jueves, 9 de octubre de 2014

La Teoría del Disenso o "rebanadas de inepcia intelectual" (2)

El pseudo filósofo e impostor intelectual Alberto Buela.







Esta entrada de blog es una continuación de la anterior con el mismo título y analiza el texto de Alberto Buela publicado aquí:

http://www.redalyc.org/pdf/279/27992707.pdf

Obsérvese el Resumen de Buela, donde admite que su antagonista es, nada menos, la Escuela de Frankfurt:
Pretendemos, con las limitaciones del caso, responder a la Escuela de Frankfurt, pues como se sabe desde hace unos treinta años se impuso en las democracias occidentales la teoría del consenso, que tiene su origen ideológico en dicha escuela neomarxista con el filósofo Jürgen Habermas a la cabeza. Esto dio por resultado que "el consenso o acuerdo de los grandes partidos políticos" se transformara en el fundamento moral de nuestras menguadas democracias. Reemplazándose así la genuina representación democrática, transformando al sufragio universal y secreto en una verdadera farsa.
Pocas veces un presunto filósofo ha podido, en un espacio tan menguado, poner una al lado de otra tantas inconsistencias. Y esto ya sólo en el aperitivo textual o abstract.

Vayamos por partes. En primer lugar, enfréntase Buela a "la Escuela de Frankfurt", como si ésta formara un bloque y Habermas no hubiera desarrollado una extensa y profunda crítica de su fundador, el judío alemán Theodor Wiesegrund Adorno. Dicha crítica aparece publicada ya en 1985 y traducida al castellano en 1987: El discurso filosófico de la modernidad, véase para Adorno y Horkheimer pp. 135-166 de la edición española.

La habermasiana Teoría de la Acción Comunicativa, y no "la Escuela de Frankfurt", podría ser identificada, con más precisión, como el objeto de la presunta crítica bueliana. Pero el rigor, ni siquiera en algo tan básico como la delimitación del tema, no es el fuerte de Buela. Ahora bien, esto es poca cosa comparado con lo que viene a continuación e, insistimos, ello sin salir del citado fragmento.

Según Buela, en efecto, "hace unos treinta años", o sea, allá por el año 1974 si calculamos retrospectivamente desde el año 2004 en que está fechada la (presunta) "Teoría del Disenso", "se impuso en las democracias occidentales la teoría del consenso". Esta afirmación carece de todo sentido concreto o verificable. ¿Qué significa "en las democracias occidentales", algo muy, muy amplio, "se impuso una teoría"? Por ejemplo, en la democracia estadounidense no ocurrió en los años setenta nada que tuviera que ver con la influencia política de una nueva teoría filosófica, mucho menos oriunda de la lejana Alemania. Tampoco sucedió algo así, que se sepa, en la Gran Bretaña, ni en Francia, ni en Italia... Mucho menos en países iberoamericanos como Argentina. De hecho, la Teoría de la Acción Comunicativa, obra capital de Habermas, se publicó en Alemania en 1981 y sólo fue traducida al castellano en 1987. Si ejerció alguna influencia fue, a partir de entonces, en el ámbito universitario, pero no produjo ningún cambio formal o institucional en el funcionamiento de las "democracias occidentales", ya fuese en las estructuras de Estado, ya en las de los partidos políticos.

Por otra parte, si esa influencia hubiera existido, hecho no probado y que Buela ni siquiera se molesta en documentar, habría sido notablemente beneficiosa para las posturas democratizadoras que Buela dice defender, siendo así que, precisamente, Habermas propone como concepto ético-político normativo una "comunidad ideal de diálogo" en la que impere la Triftigkeit, o sea, "el peso del mejor argumento", y no los intereses de aquéllo que podríamos denominar "los poderes fácticos". 

Así que las oligarquías de partidos, a las que parece referirse vagamente Buela, no sólo existen mucho antes de que Habermas propusiera una construcción del consenso racional de la sociedad a través de la mencionada "comunidad ideal del diálogo", sino que la propuesta habermasiana constituye, punto por punto, la negación de aquella oligarquía. En otras palabras: lo que convierte a las democracias occidentales en "una verdadera farsa" no es la influencia de la Teoría del Consenso, como Buela denomina incorrectamente a la teoría habermasiana, sino la ausencia de una racionalidad comunicativa y la usurpación de la misma por nudos pactos entre grupos de intereses, de lobbies que manejan la prensa, financian las campañas electorales y manipulan a la población con mentiras bochornosas.

La vinculación que los poderes oligárquicos establecen con los electores, con los votantes, con los depositarios de la soberanía popular, es decir, los ciudadanos, vulnera las prescripciones normativas de la "comunidad ideal de diálogo", de la ética dialógica reivindicada por Habermas y, en definitiva, aunque Buela no se haya enterado, de la "teoría del consenso". Esto es así porque se trataría aquí de unas relaciones asimétricas entre los depositarios del poder y los depositarios de la soberanía en las cuales éstos últimos permanecen mudos, sujetos a la sola opción de "votar" entre las alternativas que los oligarcas se avengan a ofrecerles, es decir, ninguna, porque todos los partidos representan en el fondo lo mismo. Pero este "lo mismo" no es el resultado de un consenso dialógico, según parece farfullar Buela, sino de una imposición ideológica encubierta.

¿Qué tiene que ver, entonces, la cruda realidad del funcionamiento oligárquico de las democracias liberales y capitalistas con la ética dialógica y la comunidad ideal del diálogo o la teoría de la acción comunicativa defendidas por Jürgen Habermas como fundamento de una teoría crítica de la sociedad? No se tratará, desde luego, de una relación de legitimación y correspondencia mutuas, según la pretensión de Buela, sino de algo bien distinto. La teoría de Habermas no sólo no abona la oligarquía de partidos, sino que la pone radicalmente en cuestión, la critica hasta las heces, la dinamita oponiéndole unos imperativos de racionalidad comunicativa democrática que aquélla teme y, por supuesto, rehúye como la peste.

Así, en este simple fragmento del resumen, el abstract, de la "teoría del disenso" (que no es una teoría ni nada de nada), se pone de manifiesto toda la indigencia intelectual del Prof. Dr. Alberto Buela. El "filósofo" de la Pampa lo entiende todo, no ya de manera inexacta, sino justamente al revés. Y la causa tal inepcia es que desconoce en absoluto la Teoría de la Acción Comunicativa de Jürgen Habermas, de manera que, literalmente, no sabe de lo que habla.

Continuaremos otro día con el debate aportando nuevas "piezas de convicción" a la tesis principal de este sitio, a saber, que Alberto Buela es un auténtico incompetente filosófico, un impostor que avergüenza a la academia argentina. A tales efectos, iremos denunciando, una a una, todas las incongruencias del discurso bueliano en esta vergonzante "Teoría del Disenso" que le dio tanta popularidad entre neófitos y que, sin embargo, representa sólo un buñelo de viento pseudo científico carente de toda fundamentación.

Barcelona, 9 de octubre de 2014