viernes, 31 de diciembre de 2010

El criterio de búsqueda de Google "Buela nazi" o ¿puede ser filósofo alguien que miente conscientemente?

Alberto Alberto , el 30 de diciembre de 2010 a las 18:00h (CET), dijo:
Señores de Google Buenos Aires
Fax: 5530-3001
Su Despacho

De mi consideración:
Reitero el fax del 20 de octubre de presente, así como el texto de mi carta documento 26 de noviembre que se negaran a recibir en la sede de sus oficinas Alicia Moreau de Justo 350 2 piso: “Solicito eliminen, a la brevedad, de la forma de búsqueda mediante la función “autocompletar” el termino NAZi al lado de mi nombre y apellido. Pues cuando uno busca en Google “alberto buela” aparece inmediatamente el término nazi”.
Yo soy doctor en filosofía y profesor universitario y al daño intelectual y moral que se me hace es inconmensurable.
Les pido por favor, en lo que a Uds. competa, eliminen el término “nazi” que acompaña a mi nombre y apellido. Desde ya muchas gracias.

Prof. Dr. Alberto Buela
DNI 4 554 486
Fragata Sarmiento 1467 Capital 

Tel. 4581-3290
 
Carta de Alberto Buela a Google (arriba) protestando por el criterio de búsqueda "Alberto Buela nazi" en el buscador de internet.

Nota añadida de 20 febrero de 2013: En estos momentos Buela acusa al filósofo Jaume Farrerons de ser el culpable de la aparición de dicho criterio de búsqueda en Google por haberse negado a dirigirle la tesis doctoral. Ya sabemos que el señor Buela es un mentiroso -lo que, tratándose de un filósofo, parece cosa grave y como de descrédito total- pero podría intentar que sus mentiras fueran al menos un poco más creíbles, de lo contrario, entenderemos que además de un mentiroso es un necio. Los problemas con Jaume Farrerons empiezan el 9 de junio de 2011, cuando como director de tesis empieza Buela a insultar y amenazar a su alumno (los motivos de estas fechorías de Buela son difícilment confesables, siendo así que tras las mismas se esconde la vergonzosa represalia corporativa por un caso de plagio de un "profesor amigo" denunciado ante la Universidad de Barcelona). Difícilmente pudo aquel alumno de doctorado (víctima de un plagio ya reconocido oficialmente por el Rectorado) provocar que a Buela le acusaran de nazi en Google cuando la primera carta de protesta de Buela a Google es de octubre de 2010, o sea, casi un año anterior a los hechos.


Acusaciones fraudulentas de Alberto Buela a Jaume Farrerons:

Google difama a Alberto Buela
Alberto Buela (*)
Hace ya como dos años un muy buen amigo nuestro, y secretario general del sindicato de la madera, nos dijo en un almuerzo “en Internet aparecés como nazi”. Son pelotudeces, le constesté, y siguió la conversación.
Por esa época, desde la Universidad de Barcelona me había llegado una solicitud para dirigir una tesis sobre Martin Heidegger. Pedí que me mandaran el plan de trabajo y rechacé dirigirla. A los pocos días recibo un email firmado por Jaume Ferrarons, el alumno, en donde me amenaza con poner en Internet varios sitios donde me traten de nazi. Al poco tiempo aparecieron en Google algunos sitios, absolutamente desprestigiados por los que conocen, como indymedia, indybay, en donde se me trata de nazi.
Pero lo más grave es que Google se hace eco y cuando uno coloca en el buscador mi nombre y apellido aparece seguido de adjetivo nazi. Esto, en las personas que no me conocen, genera una desconfianza y prejuicio extraordinario. Pues, ¿quién en su sano juicio se va a poner en contacto con un nazi?. La reductio ad hitlerum es  la falacia ad hominem más poderosa desde la segunda guerra mundial para acá.
Envié cartas al síndico de la Universidad de Barcelona, algún amigo trató de arreglar el entuerto, fui al prestigioso estudio Millet de Buenos Aires y no se pudo hacer nada. Nuestros viejos padres criollos decían: aquello que no se puede remediar, hay que soportar.
Siguiendo el dicho francés qui s´excuse s´acusse no me voy a defender pero pongo en conocimiento de todos que Google me difama todos los días del año y en todas las búsquedas que se hacen bajo mi nombre y apellido.
Post scriptum: Si alguno que lea esta nota puede hacer algo para anular esta infamia que lo haga. Le estaré agradecido.

Alberto Buela
www.disenso.org
Córdoba 1336 p.11 of. 48
(1055) Buenos Aires


http://alainet.org/active/61467&lang=es


E-mail de Alberto Buela a Jaume Farrerons insultando y amenazando a su alumno, mientras, al mismo tiempo, concede y reconoce que le continuará dirigiendo la tesis:


De: Alberto Buela [mailto:alberto.buela@gmail.com]
Enviado el: jueves, 09 de junio de 2011 16:32
Para: minver
Asunto: Re: RV: Tesi doctoral / carta con firma escaneada

Jaume querido, pero vos sos un entendimiento torcido como decía tu coprovinciano Balmes. Quien carajo dice que yo defiendo las tesis de Boutang sobre la judería. En algún momento yo dije o escribí que Bouteng tiene razón al respecto Yo solo te pasé una información y nada más.

Con  razón te llevás como el orto con todo el mundo allí. Vos sos boludo o te hacés. Conmigo no, pelotudeá con cualquier otro pero conmigo no. Yo soy un hombre serio que hace  50 años que hace filosofía que me peleé con todo el mundo y me seguiré peleando. De modo que guardá la jerarquía. Me rompe las pelotas que venga un boludo a poner en mi boca cosas que yo no dije. Estoy acostumbrado a que me digan facho y nazi hace 50 años pero no que me hagan quedar como boludo poniendo cosas en mi boca que yo no dije ni pienso.

Conmigo si querés tener la fiesta en paz, limitate. Vos tenés que saber que estudio 8 horas por día desde hace medio siglo todos los días del año. Y que esta ventaja que te llevo se refleja en los juicios polìticos y prácticos. Y sino yo no serví para nada ni te sirvo a vos. 

El lunes 13 se inagura uno delos tantos congresos internacionales de filosofía de Suraméria y esta vez le toda al Uruguay y "este pelotudo" lo inaugura y lo cierra sobre 300 ponencias de todas las universidades de Suramérica. Yo comparto con vos muchas cosas pero me rompe las pelotas que te hagas el langa conmigo.

ESta bronca mia en nada afecta la direcciòn de la tesis, es solo para que sepas quien soy, que si te tuviera a medio metro te boxeo. No ando con pelos en la lengua ni con pedos atajados como esos profesores de mierda que no son tauras ni para tirarse un pedo en clase. Digo lo que pienso y siento por el bien mio y de los otros.  una abrazo. AB

Fuente: Indymedia Argentina, 6 de febrero de 2013

http://argentina.indymedia.org/news/2013/02/830734.php


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ANTES SE PILLA A UN MENTIROSO QUE A UN COJO
!!!BUELA IMPOSTOR!!!

viernes, 13 de agosto de 2010

Alberto Buela o el hábito de mentir como pseudo filosofía





















Alberto Buela está catalogado como un filósofo de la virtud en el sentido del neoaristotélico Alisdair MacIntyre, el cual a su vez es conocido por haber promovido el celebérrimo comunitarismo liberal frente a grises filósofos socialdemócratas de la justicia como John Rawls. A partir del neoaristotelismo se cuela raudo Santo Tomás de Aquino y, tras él, la entera Iglesia Católica, con cosas como el Opus Dei montando guardia en el rincón más inesperado del departamento de teorética y práctica... La virtud es así a la postre la derecha de siempre vestida con los viejos argumentos angélicos, perfectamente compatibles, como es de sobra conocido, con cualquier fechoría indigna.  Pero dejemos por el momento el aspecto político-institucional del asunto y vayamos a la cuestión ética personal.

En tanto que filósofo de la virtud, uno de los preceptos de Buela debería ser: "el fin no justifica los medios" y, en consecuencia, que ciertas acciones han de quedar éticamente excluidas sean cuales fueren los fines que las pretendieran legitimar. El colmo del ridículo sería, pues, para este filósofo de la virtud, que además de practicar la mentira con la misma facilidad con que se bebe un vaso de agua, los fines al servicio de los cuales se pusiera esa mentira en tanto que medio no fueran otros que la propia promoción personal, el ego del interesado.

Pues bien, demostraremos que ésta es precisamente la forma de actuar del señor Alberto Buela Lamas. 

Para ello nos basamos en un cotejo sistemático entre el tipo de cosas que publica Buela (libros, artículos, textos o conferencias de internet) y su forma concreta de actuar, documentada mediante e-mails privados, fotografías y otras "piezas de convicción". 

El señor Buela se ha peleado con casi todo el mundo, pero por alguna misteriosa razón considera que ese rasgo belicoso es un mérito cuando se trata de él, el gran Buela, y un demérito (utiliza el argumento con fines de desprestigio) si, con justicia o no, se aplica a otras personas. Buela razona fatal, cada frase que escribe entra en contradicción con la anterior, no tiene ni idea de lo que es argumentar ni fundamentar, carece de metodología y todo lo que puede afirmarse respecto de su núcleo doctrinal es que a este individuo le agradaría volver a la Edad Media y ocupar en esa "comunitaria" época alguna alta jerarquía nobiliaria o eclesiástica.  Buela es un terrateniente mental. Toca Buela a rebato en favor del disenso, pero exige obediencia, sumisión  y silencio; y se ampara en la superioridad que le otorga no se sabe qué rango privadísimo, de carácter sospechosamente medieval, hereditario quizá, para "validar" la veracidad de sus filosofemas.

Pretende Buela, en efecto, que sus teorías son válidas, pero cuestiona la universalidad de la razón.  ¿Cuál es entonces el fundamento? La autoridad de la fe. Pero dado que eso no existe en filosofía, queda la autoridad del señor Buela, o sea, sus "cojones", por decirlo en castizo. Que la bueliana teoría del disenso en cuanto teoría haya de ser universalmente verdadera para que la aceptemos todos los seres racionales no le genera ni el más mínimo escrúpulo o duda filosófica al gran Buela. Disentir del disenso, lógica del propio disenso, nos devolvería al consenso, pero todo esto del razonar déjale frío e indiferente al pensador de la Pampa. Buela vocifera plácidas y compactas afirmaciones donde el cuestionamiento, la interrogación, la duda, no existe, ni ha existido nunca. El buelismo no es más que un conjunto de catequéticas respuestas católicas sin preguntas y todo lo más lejano que quepa concebir a un disenso filosófico digno de ese nombre...

Las doctrinas de Buela pueden sostenerse empero decorosamente y tenemos legiones de "filósofos" católicos que ya sabían cuál era la verdad antes de ponerse a pensar (en eso consiste precisamente la absoluta falta de credibilidad de estas "escuelas"...), sin embargo Buela ni siquiera es una persona educada, sino  algo harto parecido a un matón barriobajero. Este energúmeno no habla, ventoséase por la boca y siempre, siempre, siempre, aquello que queda flotando en el ambiente es la soberana autoafirmación del "magnífico" Buela, quien al parecer no percibe el hedor o se complace en el mismo. Pues a fin de cuentas un pedo de Buela es siempre Buela y Buela, ante todo, ama a Buela y es para Buela el más importante valor, pretensión que incluye, sépanlo oh virtuales discípulos, sus queridísimos gases, que no en vano parece que anda "regalando" en clase a sus alumnos como complemento práctico de la autoridad teológica (o sea, nada: gas) en que se "fundamenta" (¿?) su discurso "filosófico".

Pero lo más importante de todo el asunto es lo siguiente: un "filósofo" que rechaza la universalidad de la razón es un filósofo que desprecia la verdad y esto trae tarde o temprano consecuencias por algún lado, tanto por lo que se refiere a las "teorías" (¿?) como al comportamiento personal, público o privado. Buela miente y la facilidad con que lo hace demuestra que, en el fondo, es coherente con su doctrina del disenso  (=no universalidad de la razón) y la autoridad de la fe. Porque el cristianismo no es más que el derecho a considerar verdadero aquello que a uno le conviene (la salvación, la resurrección de la carne, el goce eterno y otros cuentos), de manera que la vida, pisoteada su básica verdad y con  ella el sentido de respeto hacia la verdad en general, se convierte en un negocio donde los propios intereses pasan por delante de cualquier otra consideración. Buela no podía actuar de modo distinto, en definitiva, porque la denominada "fe" (autoengaño sobre la inmortalidad del propio ego) es ya todo un retrato y un anticipo de lo que puede esperarse del personaje. 

¿Qué es el capitalismo, como decía Marx, sino la realización de lo judaico a través de su vehículo-crisálida de mundialización, a saber, el cristianismo? ¿Qué causa hay del deterioro de todos los principios sino la actitud básica existencial subyacente al judeocristianismo, una doctrina cuyo consenso no es el resultado de la  búsqueda de la verdad, sino del contubernio de los intereses de una masa trémula ante la realidad de la muerte? Quien sacrifica su capacidad de razonar a cambio de la "vida eterna" y construye con ello una autoridad sin razones, autoridad que sólo puede desarrollarse en forma de jerarquía ciega mezclando falsas promesas y pueriles amenazas de arder en el infierno, genera el tipo de mundo actual. !Puro hedonismo de oligarquías autoritarias! Buela ni siquiera sabe donde están los suyos. Su disenso se cura con una cátedra o, mejor, con una cartera de ministro de educación en alguna dictadura de derechas donde las funciones soteriológica, docente y cuartelera puedan hibridarse sin excesivos escrúpulos conceptuales.

Con ello tenemos la respuesta a la pregunta del millón: en qué consiste la superación del relativismo moderno para el gran Buela, aquéllo que denomina Buela el disenso frente al consenso (de la razón), o sea  frente a Habermas. No consiste aquélla en alcanzar argumentalmente la verdad mediante la lógica y el fundamento, sino en imponer una autoridad cuya validez redúcese al "aquí mando yo" y desemboca en la sumisión atemorizada de todos los pequeños, en el deber de olerle los pedos al maestro, cuando no algo peor, como sabemos por las portadas de los diarios después de décadas de chulesco autoritarismo sacerdotal sin límites.

Quede dicho, para terminar, que esto de Buela no es filosofía, sino la negación pura y simple del pensar. De ahí que yo no considere a Buela un filósofo; Buela es el anti-filósofo por excelencia. Buela es el párroco que se folla a la criada y acto seguido loa a Dios, el puro cinismo del "creyente": yo, yo, yo. Buela encarna esa negación de la virtud (virtud que en el filósofo comenzaría por la veracidad) incluso a nivel personal. La filosofía bien entendida es una forma de vida. Buela ostenta empero como hábito todo aquello que al filósofo le está vetado por definición, para empezar, la mentira. Buela miente conscientemente. Todo él es una farsa y no deja de manipular ni un instante a su interlocutor. Transpira impostura. Cada vez que habla, está  engañando a alguien para engordar su "personalidad". La historia de Buela, de principio a fin, es la de un fraude egolátrico que produce flatulencias discursivas varias, pero nunca filosofía. Al final, queda, pues, sólo gas, ese  producto de sus amadas tripas con que tanto gusta  de obsequiar  a sus alumnos. Buela como ventosidad. Buela o el arte de volar sin sustento, que el pedo eso es. 

Un consejo, Buela: vuela y piérdete ya. El cielo te espera y con ese vacío se consuma la vacuidad que ha sido de principio a fin tu volátil trayectoria por la vida. Poco quedará. Y si de mí depende, el ridículo.

viernes, 23 de julio de 2010

El estilo insultante de Buela y su descarado antisemitismo

  
Buela en un acto del MSR. Una muestra del  "pensamiento profundo" de este colaborador de Margarita Mauri en la Universidad de Barcelona.



"En el fondo, este encumbrado tribunal hispánico se ha portado como un cabrón" (Alberto Buela dixit).
Hete aquí un artículo de Buela que es un auténtico escándalo de arrogancia, ignorancia, chulería y egolatría. Lo publica el "filósofo" aquí:


Protesta porque le han dado el premio Príncipe de Asturias a Alain Touraine y Zygmunt... Barman (sic).  Se refiere a Zygmunt Bauman, pero no sabe ni escribir su apellido correctamente. La crítica del impresentable Buela a Bauman y Touraine es la siguiente:

"dos personajes que en el mundo del pensamiento más profundo y serio, no significan absolutamente nada, el primero por oportunista (se ha acomodado toda su vida a las más variadas circunstancias políticas para quedar al calor del poder) y el otro, por sionista y loobista (sic) pro hebreo"
Bauman nada significa como intelectual porque es "pro hebreo". ¿No es éste el obsceno "argumento" de un antisemita?

Buela decide cuál es el mundo del pensamiento más profundo y serio, y otorga el premio a Margarita Mauri y su equipo de investigación, del que, casualmente, forma parte el propio Buela, quien no duda en proclamarse juez y parte. Está encantado de conocerse a sí mismo este dechado de la aristotélica "virtud".
Desde luego, quien así se expresa no puede ser serio, ni educado, por no hablar del absoluto desconocimiento de los autores a quienes desautoriza de la manera más brutal y grosera. Sostiene que el tribunal del premio se ha comportado "como un cabrón" y  a continuación protesta por el lobbismo, cuando él mismo sólo representa a otro lobby. Es su forma habitual de actuar: la injuria como argumento.
Pretender que Bauman es un sionista y un lobbista se refuta con una simple lectura del autor de Modernidad y holocausto (1989), uno de los estudios más profundos y serios sobre el tema del Holocausto, donde Bauman, judío, critica al Estado de Israel por el uso que hace de la Shoah para legitimar su criminal impunidad y niega, entre otras cuestiones, que se pueda comprender el drama del holocausto imputándoselo al pueblo alemán (a la sazón uno de los menos antisemitas de Europa, según su opinión) o incluso al propio nazismo en exclusiva, siendo así que el genocidio forma parte esencial de la modernidad.
Desde luego, no son éstas ideas las propias de un sionista, en cualquier caso desconocemos qué pueden esgrimir Buela o Margarita Mauri para "ningunear" la trayectoria intelectual de Bauman y Touraine. A Buela se le conoce en el mundo del circo, pero ¿qué ha aportado a la filosofía excepto esa prueba de su incapacidad para comprender la ética dialógica frankfurtiana que es la "teoría" (¿?) del disenso?  Por no entender, Buela no ha entendido ni siquiera a Heidegger, y eso que pasa por heideggeriano, pero no se sabe por qué. Nada más mediocre e incompetente que los escasos escritos de Buela sobre Heidegger. Si no capta al sencillo Habermas, !cómo va a entender a Heidegger!

Critica Buela la envidia, pero su panfleto insultante es una patente muestra de envidia por no haber obtenido el premio Príncipe de Asturias, al que, por lo que confiesa, aspiraba ingenuamente el pseudo filósofo patagónico.
Yo, en fin, no he aprendido absolutamente nada de Buela (pese a perder el tiempo leyéndole), y sí en cambio mucho de Bauman o Touraine. En cualquier caso, pretender que los 50.000 euros del premio tenía que embolsárselos Buela y que esto lo diga Buela insultando a los premiados, al tribunal y, en general, a los españoles (a los que califica, en un sentido claramente despectivo, de "gallegos"), por no hablar de su completa ignorancia sobre el tema, es de vergüenza ajena. Pero así es Buela.


Alberto Buela (1/6/2010)
Una vez más, el más importante premio a “las humanidades”, el Príncipe de Asturias, ha sido otorgado a afamados ensayistas que no tienen nada que ver con España, la lengua de los hispanos y su particular tradición cultural.
Hace varias décadas atrás un muy buen pensador español, Gonzalo Fernández de la Mora, en un libro memorable, La envidia igualitaria, sostuvo que “la envida es el vicio capital de los hispanos y la causa decisiva de sus caídas históricas. La inferioridad de los españoles no sería intelectual sino emotiva”.
Nosotros, remedando a De la Mora, vamos a sostener que la imitación, el remedo, la mala copia, sobretodo del mundo centro europeo -Alemania, Inglaterra y Francia- es la tara hispánica. Y la frutilla del postre es este Premio Príncipe de Asturias a Alain Touraine y Zygmunt Barman, dos personajes que en el mundo del pensamiento más profundo y serio, no significan absolutamente nada, el primero por oportunista (se ha acomodado toda su vida a las más variadas circunstancias políticas para quedar al calor del poder) y el otro, por sionista y loobista pro hebreo.
Cómo será el carácter acomodaticio de Touraine que inmediatamente declaró: “Este premio aumenta aun más mi conciencia de ser un intelectual latino”.  Una vez más la apelación a la latinité, cuando les conviene. Este llamado a “lo latino” nos recuerda a Chevalier, el canciller de Napoleón III, que inventó el concepto de “latinidad” para poder justificar su intervención en Méjico con motivo de la aventura un príncipe europeo, Maximiliano, para Méjico.
Ya lo dijo Jorge Luís Borges: no ve venga a vender eso de la latinidad que yo solo veo argentinos, colombianos, españoles o italianos. Es un invento francés para curarse en salud en tierras americanas. Y Borges sería conservador y antiperonista, pero era un parapeto a la mediocridad.
En cuanto a Bauman respondió con el típico argumento hebreo de que ellos son “maestros de humanidad”, sobre todo cuando son laicos y agnósticos, y así dijo: “el Premio es un reconocimiento a mi modesta contribución a la autoconciencia de la humanidad”.
Pero si la humanidad no tiene manos ni pies, decía Kierkeggard, a lo que agregaba don Miguel de Unamuno: “el adjetivo humanus me es tan sospechoso como su sustantivo abstracto humanitas. Ni uno ni otro, sino el sustantivo concreto: el hombre”. Y Proudhon más tajante aún sostenía por doquier: “cada vez que escucho humanidad, sé que quieren engañar”.
Habiendo tantos y tan buenos ensayistas, sociólogos, filósofos, historiadores, politólogos de lengua española van a buscar a dos intelectuales más mediáticos que sustanciales, más frívolos que serios, a dos intelectuales que están reñidos con lo mejor de la tradición cultural de los pueblos hispánicos.
Es que la tara hispánica es la imitación. La imitación al estilo de un espejo opaco como es este caso, que imita y encima imita mal, en forma desdibujada.
Nosotros por nuestra profesión lo vemos en la filosofía y más específicamente en la filosofía antigua donde los estudiosos de lengua castellana se desesperan por citar autores ingleses, franceses y alemanes dejando de lado la citación de nosotros mismos. Todas las traducciones del griego al castellano hecha por, generalmente buenos investigadores de origen hispano, comentan traducen e interpretan al modo los scholars ingleses o franceses o alemanes, y cuando citan algún trabajo en lengua castellana es el de ellos mismos y de nadie más. Esto último no hace más que confirmar la envidia señalada por De la Mora.
Los investigadores de origen hispano han cedido ante “los especialistas de lo mínimo” la interpretación de la filosofía, al menos de la antigua, y han postergado aquello que fue signo de la inteligencia hispana durante siglos: “la visión del todo de lo estudiado”. Esa buena herencia de Grecia y Roma expresada por Platón: “dialéctico es el que ve el todo y el que no, no lo es” (Rep. 537 c 14-15).
La diferencia entre el análisis moderno y el clásico es que el primero descompone hasta lo mínimo y allí se queda, mientras que el clásico, descompone hasta lo mínimo para luego sintetizar en “un todo” de sentido.
Esta carrera de ciegos para ver la nada ha que se ha sometido el pensamiento de lengua y raíz hispana en los últimos cincuenta años ha producido en filosofía, además de los especialistas de lo mínimo, lo que podemos llamar “la viaraza gallega”. Esto es, la reacción intempestiva y arbitraria al estilo de del Valle Inclán.
El mejor ejemplo que conozco, obviamente, es la de los traductores al castellano de las obras de filosofía, y ello se nota especialmente en los tecnicismos filosóficos, cuyo mayor productor ha sido Aristóteles.
Así las palabras técnicas de uso universal en filosofía como sustancia, accidente, acto, potencia, ser, ente, felicidad, virtud, etc., que son fundamentales para entenderse entre los filósofos, han sido traducidas de las maneras más arbitrarios y caprichosas que se nos puedan ocurrir, por los investigadores desde hace unos cincuenta años para acá.
Vayan algunos ejemplos: a) García Yebra traduce en su Metafísica el término griego ousia por “esencia”, en lugar de sustancia como se lo tradujo durante dos mil años. b) Hernán Zucchi (argentino) se “le ocurre” traducir ousia por “entidad”, provocando un galimatías ininteligible en su traducción de la Metafìsica de Aristóteles. c) También “se le ocurre” a Pallí Bonet (que debe ser catalán, pero la viaraza gallega lo alcanza) al traducir la Ética Nicomaquea el término técnico héxis que se traduce históricamente por hábito, por la expresión “modo de ser”, con lo cual no se entiende nada. d) Eduardo Sinnott (argentino) realiza la mejor traducción anotada de la Ética Nicomaquea, pero la echa a perder cuando “se le ocurre” dejar de traducir el término eudaimonía  por felicidad, para traducirlo por “dicha”. Esto es, gozo individualista del hombre vulgar o dicharachero. d) Quintín Racionero que “se le ocurre” en su anotada traducción de la Retórica, no traducir un término fundamental como “antístrofa”, y luego cuando tiene que traducir otra palabra fundamental como phornimós, en lugar de hacerlo por “prudente”, por un prejuicio anticristiano, lo traduce por el término burgués “sensato”. f) Dejo para el final el caso de Mengino Rodríguez quien en su reciente traducción del Protréptico (2007) ignoró supinamente la nuestra (1983) y se atribuyó a sí mismo la primera traducción del texto aristotélico.
Esta tara “gallega” es la que marca la capitis diminucio con la cual estos se aproximan a los estudios clásicos. Sin ir más lejos el año pasado fue rechazado un proyecto presentado por la muy buena filósofa catalana Margarita Mauri de investigación sobre la filosofía práctica de Aristóteles  porque, “el grupo solicitante no acredita publicaciones en espacios internacionales reconocidos”  (léase: revistas inglesas, francesas o alemanas) en torno a los estudios aristotélicos… los participantes en el proyecto no han optado por los espacios de discusión aristotélica más consolidados (revistas internacionales, etc.)”,  afirmó el Comité de selección del Ministerio de ciencia e innovación de España. Tuvo que aparecer una carta del profesor norteamericano de la insignificante Northwestern University para que “los gallegos” del comité de selección aceptaran el proyecto.
Hoy el más encumbrado tribunal en estudios humanísticos del mundo hispano acaba de otorgarle el premio más importante en euros (son 50.000) a dos personajes, que con su obra y su prédica denostan al mundo que los premia. En el fondo, este encumbrado tribunal hispánico se ha portado como un cabrón, ha gastado los dineros de los españoles en premiar a aquellos cuya producción y verba ha ido siempre contra España y aquello que lo hispano representa en el mundo.

miércoles, 20 de enero de 2010

Buela y el holocausto

Las incongruencias de Buela en el tema del holocausto son tan notorias, que uno se plantea si en su mente existen varias personalidades diferentes, de suerte que una olvida inmediatamente lo que la otra acaba de decir -y viceversa. Así, por una parte, sostiene Buela en "Sentido teológico del holocausto" (adjuntado a este post, véase), que en

un primer sentido teológico, el holocausto se entiende como la culminación de una larga historia de persecución y antisemitismo que sufrieron los judíos desde el martirio y muerte de Jesús, el Mesías por ellos no reconocido. El holocausto vendría así a acallar el horrible retumbo de dos mil años del: “crucifícale, crucifícale” (4), el grito de los sacerdotes judíos con que pidieron a Pilatos la muerte de Cristo.

Pero, por otro lado, el holocausto representa, según Buela, como hemos visto en el post anterior, la supuesta vía pagana ante el "problema judío", obviando el hecho de que la mayoría de los nazis eran cristianos, cuando no católicos inspirados en la figura del antisemita Wagner.


Si hemos de creer a Buela, los nazis (paganos) persiguieron a los judíos porque éstos habían reclamado la muerte de Cristo. Lo que no se entiende es qué les podía importar a los paganos que los judíos hubieran reclamado la muerte de Cristo. ¿Acaso los paganos sentíanse ofendidos por ello? ¿Y en concepto de qué habrían de molestarse? Por otro lado, la Iglesia Católica nunca necesitó paganos para cometer toda clase de atrocidades contra los judíos. Los propios cristianos asesinaban con placer a los judíos, como también he ilustrado en el post anterior, en cantidades que, a tenor de las tasas demográficas de la Edad Media, son incluso relativamente más voluminosas que las del holocausto. En suma, los nazis no imitaron a los paganos a la hora de exterminar judíos. Los nazis aprendieron esta añeja ocupación de los cristianos y actuaron de esta suerte en tanto que cristianos. Pero, para Buela, se trata de ignorar tamaña evidencia, de taparse los ojos ante ella, algo que los cristianos están entrenados a hacer gracias a la inmoral gimnástica epistemológica de la fe y a su más absoluto desprecio por la lógica y la verdad (Tertuliano: credo quia absurdum est).


La actitud de Buela es, además, de una hipocresía que produce vómitos. Los judíos tienen que convertirse de buen grado o por la fuerza a la religión papal (!y a esto, agárrense, se le califica de disidencia y disenso!). Pero, ¿y si no lo hacen? Buela no tiene el valor de decir: si no lo hacen, los mataremos (que era la actitud de los cristianos durante la por Buela muy venerada Edad Media), sino que dice: si los judíos no se convierten, vendrán los paganos y les darán su merecido. Y no será un holocausto (sentido teológico), será un genocido (sentido puramente jurídico), porque a nosotros (cristianos) nos interesa que sea así (no vaya a ser que los judíos se erijan en objeto de sacrificio, en víctimas, en una palabra, religiosas).  


Mas, para empezar, ¿dónde están esos paganos que ajusticiarían a los judíos? ¿Y bajo qué acusación? Se dirá: "bajo la acusación de raza inferior, genéticamente enferma", hecho que excluye la conversión -!y también la culpabilidad!-, puesto que, siendo un problema biológico, y no teológico, a los antisemitas sólo les quedaría la opción del homicidio quirúrgico. A esto hay que replicar lo siguiente:


1/ en general, los cristianos nunca excluyeron el asesinato como forma de castigo, las presuntas brujas eran quemadas vivas precisamente con el fin de salvar su alma;


2/ los cristianos, como hemos visto ya y ahora subrayo, sacrificaban a los judíos que no se querían convertir, como castigo por esa negativa;


3/ si el holocausto fue sólo un genocidio, según reclama Buela, pero con finalidades teológicas, entonces es la conversión, precisamente, la que queda excluida, puesto que el hecho nada tendría que ver con la historia del cristianismo, se trataría de un acto perpetrado por "paganos" asimilados a meras bestias asesinas, algo así como un fenómeno o accidente natural.


Esta última solución resulta, empero, a su vez, contradictoria con todo lo que ha dicho Buela antes, a saber, que el "primer sentido teológico" del holocausto es acallar el grito con que los sacerdotes judíos pidieron a Pilatos la muerte de Jesús. Y es también contradictoria con la afirmación de que si los judíos no se convierten, entonces vendrán los paganos a liquidarles, puesto que los paganos, para empezar, como politeístas, no asesinaban en masa por lo general a los fieles de otros dioses, y si así fuera, no se entiende que mataran a los judíos pero no a los cristianos. ¿Dejarán los paganos de matar a los judíos cuando éstos se conviertan al cristianismo? Curiosos paganos estos: más bien hieden a "partida de la porra" del Vaticano trabajando al servicio de los intereses de la conversión. En efecto: si los paganos mataran a los creyentes de otras religiones, cosa que no hacían, deberían matar a los judíos tanto si se convierten como si no.


Pero todas estas cuestiones lógicas parece querer ignorarlas Buela, quien desea obsesivamente forzar a los judíos a la conversión católica (no evangélica, ni copta, ni ortodoxa, sino precisamente católica) pero no tiene el valor de reconocer la idea que anida en su mente: los judíos han de convertirse bajo amenaza de muerte; y que esa amenaza la harán efectiva los cristianos. Los cristianos con esvástica, como quien contrata a un matón, último recurso de Su Santidad, para ser más exactos.


Debo confesar que Buela me ha aportado mucha clarividencia con su repulsiva arrogancia de chulo antisemita: desde que tuve la desgracia de conocerle (ya explicaré en su día cómo) los judíos, por los que como cultura nunca sentí gran estima, me resultan mucho más simpáticos. La verdad es que la figura iracunda, irracional, autoritaria e idiota del católico judeófobo le abre los ojos hasta al más ciego. Me pongo en lugar de los hebreos y les entiendo.

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(Nota de la redacción: Tsunami Político no comparte algunas afirmaciones realizadas en este artículo.)



SENTIDO TEOLÓGICO DEL HOLOCAUSTO


por Alberto Buela - alberto.buela@gmail.com


En filosofía el abordaje de un tema o asunto tiene que realizarse desde una primera aproximación filológica, esta es la enseñanza que nos han dejado filósofos contemporáneos como Zubiri, Heidegger o Wagner de Reyna. Pues esta primera y elemental razón hace que podamos barruntar a priori el sentido último del tema. Es ésta, una de las paradojas de la actividad filosófica que así como la natación donde se aprende a nadar nadando, de la misma manera se aprende a filosofar filosofando. Y la zambullida filosófica nos la facilita el sentido último o primero, según se interprete, de los términos del tema a estudiar que, en general, nos revelan el aspecto prístino del asunto.


En este caso podemos afirmar que la palabra holocausto proviene del griego oloV = holós, que significa todo o completamente y del término kausiV = kausis, que significa acción de quemar, de modo tal que el sentido etimológico primario de holocausto es la acción por la cual se quema todo aquello que se somete. Así para los griegos un holocausto era un gran incendio que arrasaba con todo un bosque. Los antiguos israelitas cambiaron el sentido y lo limitaron a “un sacrificio en que se quemaba toda la víctima”.


La caracterización de holocausto como sacrificio está vinculada a la historia bíblica de Abraham e Isaac cuando en el libro del Génesis se cuenta: “Y Dios puso a Abraham a prueba y le dijo: toma a tu hijo, tu hijo único, al que amas, Isaac; ve con él al país de Morija, y allí ofrécelo en holocausto sobre una de las piedras que te diré” (1)


Y la historia sigue que Abraham se levantó temprano ensilló su burro y llevó a Isaac mientras “cortaba leña para el holocausto” al tercer día de marcha dejó su burro y a sus dos ayudantes y marchó al lugar del sacrificio “tomó también la leña para el holocausto y la cargó sobre su hijo Isaac” (2) cuando iba a degollar a éste un ángel de Dios lo detuvo y de repente vio un carnero enredado en un zarzal y “lo ofreció en holocausto en vez de su hijo” (3).


Vemos como el término holocausto se repite en un breve relato al menos cuatro o cinco veces lo cual hace indudable su sentido de sacrificio con acción del fuego.


Esto explica el por qué de que las organizaciones judías (B´nai Brit, Consejo judío mundial, Gran Sanedrín, Rabinato de Israel, etc.) exijan la exclusividad del término holocausto para designar solo el genocidio nazi contra los judíos y critican la aplicación de la misma palabra para otros grupos de víctimas como los gitanos, los católicos, los prisioneros de guerra, los opositores políticos, o por extensión los genocidios de Armenia, Ruanda, Biafra, Camboya o Darfur.


Es que en un primer sentido teológico, el holocausto se entiende como la culminación de una larga historia de persecución y antisemitismo que sufrieron los judíos desde el martirio y muerte de Jesús, el Mesías por ellos no reconocido. El holocausto vendría así a acallar el horrible retumbo de dos mil años del: “crucifícale, crucifícale” (4), el grito de los sacerdotes judíos con que pidieron a Pilatos la muerte de Cristo. Y este odio a Cristo se proyectó luego al cristianismo que es, en la interpretación judía clásica, la principal fuerza motora, el principal responsable del antisemitismo que condujo al holocausto. Es por ello que nunca serán, a sus ojos, suficientes los perdones a granel solicitados por los sucesivos papados de Juan Pablo II y Benedicto XVI, siempre exigirán más, nunca estarán conformes, jamás satisfechos.


Debemos en estos días, a propósito de las inoportunas declaraciones de monseñor Williamson, al excelente y objetivo historiador valenciano Vicente Blanquer el develamiento del segundo sentido teológico del concepto de holocausto. (5)


“Las críticas contra monseñor Williamson olvidan que son los judíos los que irrumpen en el plano teológico al hablar de Holocausto (con mayúscula) y no lo hacen en forma inocente sino mesiánica, para dar a la segunda Guerra Mundial, el papel de momento concluyente de las profecías del canto del Siervo Sufriente de Yaveh -Is. 53- y sostener que los judíos y no Jesucristo son el Cordero de Dios del que habla Isaías”.


Y es el capítulo 53 de Isaías uno de los más viscerales dentro de la polémica teológica entre judíos y cristianos (en la medida en que aún hoy quede algún teólogo católico strictu sensu), cosa que desconocemos. Allí en el canto IV se afirma: “Despreciado, rehecho de los hombres, varón de los dolores, maltratado y humillado como cordera que va al matadero por lo que no le hicimos ningún caso. Pero él mismo tomó sobre sí nuestras dolencias aunque nosotros lo reputamos como un leproso”. Los teólogos cristianos ven en este capítulo una referencia directa a Jesús el Cristo, esto es, el Mesías esperado por el pueblo de Israel desde el fondo de la historia, y una premonición de su sacrificio y crucifixión, mientras que los teólogos judíos sostienen que estos sufrimientos pueden ser entendidos perfectamente como una referencia al Holocausto.


Así el rabino Isajar Moshé Teijtel en su libro Alegre madre de hijos sostuvo que fue la reticencia de los judíos en aceptar al sionismo la que condujo a Auschwitz. Dios estaba dándole a Israel la gran oportunidad de recuperar su tierra ancestral para construir allí el hogar de los judíos perseguidos pero estos continuaron con su pecaminosa pasividad y les sobrevino por ello el castigo.


Vemos así claramente como la teología judía del holocausto termina por justificar la existencia del sionismo y consecuentemente del Estado de Israel.


No obstante esto, existe, aunque minoritariamente, una corriente teológica judía contraria a esta teología del holocausto como la del rabino Ioel Teitelboim (1888-1979), jefe de la secta jasídica de Satmer, quien afirma en su libro Vaioel Moshe que el gran pecado de los judíos habría sido "la idolatría" del sionismo. Su fundamento es que el pueblo judío debería mantenerse privado de todo poder físico y entregarse a la guía de Dios, aun cuando esto le signifique persecuciones y matanzas. No deberíamos resistir la judeofobia puesto que el exilio es un castigo divino al pueblo de Israel, que podrá resolverse sólo cuando llegue el Mesías y lo disponga. Así lo explica uno de sus voceros más bulliciosos: "La verdadera actitud judía es la de la sumisión al decreto divino que concierne a nuestro exilio entre las naciones del mundo. Nos ha enviado al exilio a causa de nuestras injusticias unos contra otros y de nuestra infidelidad hacia El. La injusticia de las naciones en contra de nosotros, es nuestro castigo". Esta misma actitud se aprecia en el reciente y valiente libro de Fabian Spollansky La mafia judía en la Argentina(2008) donde su autor les reclama a sionistas confesos como Eduardo Elsztain, el mayor terrateniente de Argentina, a su socio Marcelo Mindlin y al rabino Tzvi Grümblatt a quienes cuestiona diciendo: ¿Rebe, es de judíos hacerse millonarios en tan poco tiempo y hacerse dueños de la Argentina? Y ¿Rebe, es de judíos poner plata en todas las patas de las campañas políticas para estar bien con todos? Desde nuestra ética varias veces milenaria no vamos a silenciar este abuso que nos hiere y nos humilla”. (6)


Esta intención de querer igualar con el sacrificio de Jesucristo los sufrimientos del pueblo de Israel a manos de los nazis y entenderla como un Holocausto y no como un genocidio es específicamente anticristiana. Con razón afirma el citado Blanquer: “Y con la teología del Holocausto el pueblo judío se está forjando un nuevo becerro de oro. Se ha cansado de esperar y se ha escogido a sí mismo como ídolo. Lo cual pone de manifiesto que, lejos de ser custodios de la promesa, la han perdido, no porque alguien se las haya arrebatado, sino porque el pueblo judío ha renunciado consciente y voluntariamente a ella. Cayendo en el mismo pecado que el demonio en su pretensión de hacerse adorar. Y ese es el fondo de la cuestión”.


Es por ello que los grandes teólogos católicos en la época que los hubo, Juan Maldonado; Sören Kierkegaard, Luís Billot, en nuestro país Julio Meinvielle, no han dejado de remarcar siempre que el mesianismo hebreo es un mesianismo carnal. Y que como tal siempre ha exigido de Dios muestras palpables y evidentes. Y la infinita distancia que han puesto entre ellos y su dios Jehová “con temor y temblor se acercó Abraham al Señor”, ha hecho que vivan “al otro”, al cristiano como amenaza. Sin darse cuenta que: “Ellos son los signos vivientes, quiéranlo o no, que nos recuerdan la Pasión del Salvador” según enseña San Bernardo de Claraval.


Por todo ello y muchas y profundas razones más, este es solo un artículo breve de divulgación, es que debe hablarse de genocidio nazi sobre los judíos y no de holocausto. Incluso parece ser que ha ganado popularidad la palabra hebrea Shoáh que significa catástrofe y el Estado de Israel ha declarado el 12 de abril como su día, a pesar que su presidente Simón Péres en su última visita a Turquía sostuvo sin avergonzarse que el único genocidio es el del pueblo judío, dejando para los otros incluso mayores en número, como el caso de los ucranianos, el carácter de asesinatos masivos.


Además, y esto no es de menor valor teológico, la matanza de judíos por los nazis debe de entenderse como genocidio y no como Holocausto, para dejarles a ellos abierta la capacidad de conversión, pues la idea de Holocausto clausura esta posibilidad.


Ese esfuerzo extraordinario y maravilloso de los judíos conversos. Que en general son hombres muy bien dotados. De hecho la conversión es un don, pues el converso la pide al Señor. Si nos detenemos mínimamente en los conversos que han hecho filosofía en el siglo XX (Husserl, Edith Stein, Simone Weil, Bergson, cito al pasar) vemos que son hombres de una enjundia fuera de lo común y que ha sido su profunda y raigal metanoia aquella que les brindó, en definitiva, la posibilidad a su mejor realización filosófica. Es la conversión aquella que les permitió agotar su plenitud de ser, pues ellos rompieron la distancia infinita que los separaba del dios de "temor y temblor de Abraham" que es lo Absolutamente Otro, para entenderlo como "formando parte", participando del Dios misericordioso, el Dios vivo de la gracia, que comprende acabadamente la naturaleza humana. Admiramos y respetamos sobremanera esa capacidad de conversión, de metanoia, que han tenido estos grandes hombres en el orden filosófico. Metanoia que los llevó luego a sus más grandes realizaciones. Así como deploramos esa actitud vergonzante de sedicentes teólogos católicos que abandonado el hablar de verdad con ellos abandonan “el bien de los judíos”, por el bienestar y la plaisenterie junto a ellos. Así recogen y llevan todas sus tesis (la de los judíos) en un amasijo de teología cristiana inaudito e incomprensible. En este sentido la última actitud de la jerarquía de la Iglesia con relación a este tema es de una liviandad (termino muy suave) teológica que impresiona, para mal, tanto a judíos como a cristianos.


Es lamentable que no haya un solo teólogo de nota o significativo que no levante estas dos importantísimas distinciones teológicas, que acabamos de hacer en este artículo, y que por el contrario la inmensa mayoría se sume, se someta y adopte las tesis judías sobre el sentido del holocausto como tesis católicas y lo peor es que las hayan salido a defender como verdades de fe. Un despropósito teológico absoluto.


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[1] Génesis, 22, 2


[2] Génesis, 22, 6


[3] Génesis, 22, 13


[4] Evangelio de San Juan, 19, 6


[5] Blanquer, Vicente: A propósito de las polémicas declaraciones de monseñor Willamson, Bitácora Digital, agencia de Internet febrero 2009


[6] Sepollansky, Fabián: La mafia judía en la Argentina, Buenos Aires, Ed. anibalgoransky.com, 2008